La alimentación saludable es imprescindible a toda edad, pero los requerimientos cambian en cada etapa. Para cubrir las necesidades energéticas luego de los 50 es necesario llevar una dieta suficiente, completa, variada y equilibrada.
Al llegar a los 50, las mujeres entran en la etapa de la menopausia o climaterio, donde se experimentan una serie de cambios fisiológicos como producto de la falta de estrógenos. Es en esta etapa donde es común el aumento de peso. La grasa corporal sufre una reacomodación, con mayor acumulación en la zona abdominal. También se agudizan algunos problemas de salud como la dislipemia y la osteoporosis.
Para prevenir la osteoporosis es necesario llevar una dieta equilibrada y rica en calcio, además de la práctica de ejercicio y la abstención del consumo de alcohol y tabaco.
A partir de los 40 años disminuyen las necesidades energéticas del organismo, por tanto, el consumo de calorías diario debe reducirse y aumentar el ejercicio para que el metabolismo logre procesar toda la energía recibida.
Cuando existe sobrepeso es preciso disminuir el consumo de alimentos, pero asegurando el aporte de calcio, ingiriendo lácteos desnatados. Además del consumo de abundante agua y la práctica de ejercicios físicos.
El calcio tiene importancia para los huesos y los dientes, pero además es imprescindible para el mantenimiento de la integridad en las membranas celulares y para regular la excitabilidad neuromuscular.
Luego de los 50 el organismo pierde calcio mediante la orina, por tanto debe sustituirlo por medio de la dieta.
– Comer menos pero mejor: un joven activo no tiene problemas para aceptar casi cualquier alimentación, debido a que su organismo funciona en todo su potencial y tiene mayor resistencia a las agresiones. Conforme pasan los años, debemos adecuarnos a las posibilidades de nuestro cuerpo. Es a partir de los 40 que el organismo comienza a dar muestras de deterioro, a partir de los 50, es necesario adoptar la moderación. Por tanto se aconseja comer menos pero mejorar la calidad. A partir de esta edad deben vigilarse los valores de ácido úrico (gota), que se controla a través de las proteínas. Esto se controla evitando los excesos, no abandonando los alimentos. Se bajará el consumo de mariscos, conservas y sal, pero sin privarse, a menos que otros problemas de salud así lo requieran.
– Una forma de mejorar los hábitos alimenticios es volverse un sibarita, consumiendo en pequeñas cantidades alimentos muy variados. Una alternativa son los menús degustación de algunos restoranes, que presentan una muestra de cuatro o cinco platos variados en porciones muy reducidas, con lo que se evita sobrepasarse en los alimentos no recomendables. Otra opción es la de explorar nuevas recetas, lo que nos permite consumir alimentos variados sin caer en la repetición y el aburrimiento.
– No es preciso excluir los frutos del mar o el cerdo de la dieta por los problemas de salud que traen, sino que deben consumirse en porciones muy pequeñas. También evitaremos consumir alimentos del mismo tipo dentro de una misma comida, por ejemplo, dos clases de proteínas.
– Cambiar las pastas comunes por pastas de trigo duro, no tienen colesterol y poseen un porcentaje mínimo de ácidos grasos saturados, además de poseer fibra dietética de calidad capaz de aumentar su tamaño en el intestino sin producir fermentación o flatulencias. Esta fibra se hincha durante su pasaje gastrointestinal formando una masa gelatinosa que envuelve los residuos alimentarios, aumentando los movimientos peristálticos del colon, lo que favorece la evacuación intestinal.
– La ingesta de legumbres, frutas y verduras a diario aporta vitaminas e hidratos imprescindibles para el organismo.